Un estudio presentado en el Congreso de la Asociación Americana del Corazón muestra los positivos efectos que ejerce sobre la función cerebral.
Un estudio presentado en el Congreso de la Asociación Americana del Corazón mues-tra los positivos efectos que ejerce sobre la función cerebral.
La técnica de resucitación cardiopulmonar durante 38 ó más minutos puede mejorar la supervivencia de los pacientes que sufren infarto repentino, según un trabajo del grupo de estudio en ciencias de la resucitación de la Sociedad Japonesa de Cir-culación que se ha presentado en el Congreso de la Asociación Americana del Corazón (AHA) que se celebra en Dallas (Te-xas) desde el pasado sábado.
El trabajo, dirigido por Ken Nagao, profesor y director del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Surugadai Nihon, de Tokio, ha puesto también de manifiesto que la resucitación cardiopulmonar continuada aumenta las posibilidades de que los pacientes tengan una función cerebral normal. «Aunque se sabe que lograr el retorno de la circulación espontánea tras un infarto de estas características es crítico para preser-var intacta la supervivencia neurológica, hay pocos datos disponibles sobre la duración de este intervalo. Por eso tomamos los datos del registro All-Japan Utstein entre 2005 y 2011 de muertes súbitas extrahospitalarias y los analizamos», ha precisado el investigador.
Circulación espontánea
En total, se recogieron 284.814 casos de pacientes adultos que recibieron resucitación tras un infarto. En 31.845 se logró el retorno de la circulación espontánea (un 11,2 por ciento). Dentro de este grupo, 8.714 tuvieron un desenlace clínico neurológico favorable a los 30 días, definido como la disposición de poder volver a trabajar a tiempo completo o que tenían una discapaci-dad moderada pero eran capaces de volver a trabajar a tiempo parcial o retomar sus actividades cotidianas de manera inde-pendiente.
El tiempo entre la parada y el retorno de la circulación espontánea en aquellos que posteriormente se recuperaron bien fue de 13 minutos en comparación con los 21 de los que posteriormente sufrieron daños cerebrales graves.
Tras ajustar diferentes factores, los autores concluyeron que la posibilidad de sufrir un infarto repentino extrahospitalario sin sufrir daño cerebral grave cae un 5 por ciento cada minuto que pasa antes de que se restaure la circulación espontánea.
El equipo de Nagao cuantificó también que, para obtener un desenlace clínico favorable desde el punto de vista neurológico, una parada de la circulación espontánea de 57,5 minutos tenía una sensibilidad del 100 por cien, con un valor predictivo del 99,6 por ciento, mientras que si duraba 38,5 minutos la sensibilidad era del 99 por ciento, con un valor predictivo del 90,7 por ciento. Estas cifras, en su opinión, inducen a pensar «que es apropiado prolongar con la resucitación cardiopulmonar para au-mentar la supervivencia y reducir el daño cerebral».